Ayer nos invitó mi hermana a comer un arroz, que por cierto, le salió muy bueno. Invitados imprevistos fueron los Centelles, que nos acompañaron.
Despues de una sabrosa comida, y una agradable sobremesa, retornamos a Premiá. Hacía frío y llovía, la clásica tarde de invierno. Encendimos la chimenea y acabamos de pasar la tarde del Domingo como dos abueletes que somos.
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